Teresa Rodríguez, la 'anticapi' que enseñó a Susana Díaz lo que vale un 'no es no'

Rodríguez, en un desayuno informativo en un hotel de Sevilla el pasado día 18.
Rodríguez, en un desayuno informativo en un hotel de Sevilla el pasado día 18.
EFE
Rodríguez, en un desayuno informativo en un hotel de Sevilla el pasado día 18.

A Pablo Ibar y a Dave de OT. La vis tuitera de Teresa Rodríguez reparte apoyos entre el corredor de la muerte y los platós de TVE. La política está en campaña y la de las elecciones andaluzas del próximo 2 de diciembre ha pillado a la coordinadora de Podemos Andalucía -que no Podemos en Andalucía- embarazada. Según su ginecóloga, dará a luz el 28 de febrero, día de la comunidad. "Prometo que es casual", bromeaba en Instagram al dar la noticia.

En esto de los cargos, esta profesora roteña de instituto de lengua y literatura está, en teoría, a mitad de camino. No hay entrevista en la que no recuerde la limitación de mandatos. Dos legislaturas. Tras ocho meses de eurodiputada entre Bruselas y Estrasburgo, en 2015, Rodríguez lideró el desembarco de los morados al hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, sede del parlamento regional. Ahora, aspira a reeditar y ampliar la cosecha pluriprovincial de 15 escaños. Aquellos fueron pocos (hay 109), pero suficientes. Valieron para mantener un impasible 'no es no' a Susana Díaz durante 81 días. Dos meses, tres semanas y cuatro votaciones que hicieron tambalear a la baronesa socialista tras su primer encuentro con las urnas. La sucesora de José Antonio Griñán había errado al adelantar las elecciones y volvía a errar al creer que la barricada que le montó Podemos acabaría cayendo. Al final, bailó con Ciudadanos. Quién sabe cuánto pudo curtir aquello al susanismo en su posterior asalto a Ferraz.

"Antes me corto las manos"

Hoy, Teresa Rodríguez es la voz más carismática del anticapitalismo. Agita de un mismo golpe de capote la piel de toro y la de Podemos. Tras un idilio contra el errejonismo en el bronco preludio de Vistalegre II, el pablismo ha ido abandonando a su suerte a esta tercera familia en discordia liderada por la gaditana y el madrileño Miguel Urbán. La anoxia ha funcionado por todos los territorios. Hasta Despeñaperros. Al sur de la meseta, los guardianes de las esencias más rupturistas sacan músculo. Los 'anticapis' de Rodríguez reinan en Andalucía con el apoyo del 75% de los inscritos. Más de lo que Iglesias y Montero lograron en el plebiscito del chalé. "Yo sigo viviendo de alquiler en 40 metros cuadrados", afeó entonces, en referencia a la casa que comparte con su pareja, José María González, Kichi. "No quiero dejar de vivir en un piso de currante", coreó él, alcalde de Cádiz. "No son revolucionarios, son revoltosos", les reprendió Juan Carlos Monedero.

Ex de IU, Rodríguez rema a contracorriente de la dirección nacional. Lo ha hecho al tejer Adelante Andalucía, la marca con la que se presenta a las elecciones y que ha borrado las siglas moradas hasta disolverlas en una confluencia cuatricoltor, andalucista y de izquierdas que incorpora la bendición califal del mismísimo Julio Anguita. La propaganda de la guerra sucia interna alertó: quiere dinamitar Podemos, escindirse. "Antes me corto las manos", respondió ella.

En los mítines, levanta pasiones, los dos brazos y el puño de Antonio Maíllo, referente de los comunistas de la región. Su principal competidor en 2015 es ahora su otra mitad. A él le ha cedido ir por Sevilla. La Tere, como la llaman los suyos, quiere dar la batalla por Málaga, granero bipartidista "y tierra de María Zambrano". Allí, los suyos crecen, bracean en el litoral que vio nacer la jet set y se llevan ya una de cada cinco papeletas. La ecuación andaluza se mira con distancia en el cuartel general de Madrid. Es desde el kilómetro cero desde donde se nervian los pactos con el partido de Alberto Garzón para las elecciones que vendrán después, en mayo. Rodríguez, verso libre. Andalucía, laboratorio de pruebas.

"Un censo de gilipollas"

Tertuliana esporádica y enfática, denunció a un empresario por acoso. Recomienda "900 euros al mes" de sueldo para Pablo Casado y Albert Rivera. "Habría que hacer un censo de gilipollas", contestaba en junio al ultraderechista Matteo Salvini. Se define como feminista, ecologista y sindicalista. Y magnética. Tan pronto acapara flashes con una sevillana-protesta en la Feria de Abril como comparte una foto junto a una montonera de ropa de invierno y vestida con una camiseta del Cádiz de otra temporada. Mujer 360 pero no superwoman: "Yo me voy a coger mi baja de maternidad como cualquier trabajadora".

Con 37 años, vuelve a ser la más joven en la nómina de presidenciables. Con Susana Díaz ha mantenido algunos de los enfrentamientos más toscos de la legislatura. "Si nos la buscamos, nos la encontramos", resumió hace unas semanas. "Traidora", le llegó a espetar por la abstención a Mariano Rajoy. Ambas se llevan regular y siete años, una diferencia que, en realidad, parece mayor. Rodríguez es millennial. Díaz, generación X. "Cuando menciona la pinza -ironiza- es como si hablara de Mazinger-Z". La noche electoral dirá si están llamadas a entenderse. "Si tengo la confianza de los andaluces, voy a hablar con todo el mundo", proclamaba hace unos días la segunda. "Tengo en común con Pedro Sánchez haberla sufrido", había bromeado algo antes la primera. Anda jaleo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento